El solo de la Borderline
- Laura Adrianzén
- 12 abr 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 27 jul
Personaje:
Ella, 20 años, vive en la ciudad.
Ella: Primero empieza desde el pecho para luego subir lentamente por la garganta:“Voy a sanar mi linaje femenino. Voy a encontrar el amor verdadero y tener independencia económica. Voy a tener todo eso que no pudieron tener mis abuelas" Esto después de ver el capítulo final de una serie que habla, básicamente, sobre romper patrones familiares y sanar heridas trans-generacionales. Me siento tan conmovida por el final de la historia, después de zamparme 10 horas de la serie, que mi pecho arde, mis ojos están mojados y mis palabras retumban en mi departamento: ¡“Yo voy a romper ese patrón”! Me levanto de mi cama, cojo mi celular, hago una historia en Instagram sobre todo lo que me espera para cerrar el año. Tres proyectos independientes, además de mi chamba regular que tengo descuidada desde inicios de mes. ¡Estoy lista para romper ese patrón generacional y además cerrar mis 20’s con bombos y platillos! Me siento empoderada, eufórica. Pongo Adele y canto. Cojo una maraca amazónica y canto. Quiero sentir más. Decido botar algunos recuerdos de mis épocas de “solamente actriz”. Me digo a mi misma: “Se acabó esa etapa de tu vida” y pienso… "¡Así debe sentirse estar en la siguiente etapa de tu vida!". Espera. "¡Estoy ya en la siguiente etapa de mi vida!". Mis ojos se mojan y me pongo a escribir en el cuaderno más preciado que tengo. Ese que guarda mis emociones y dibujos más profundos. Soy, soy, soy, soy. Escribo eso que soy y no soy de mil y una formas sintiéndome totalmente realizada. ¡Ya sé quién soy! ¡Soy la mujer que romperá los patrones generacionales de su familia y que tendrá amor de verdad! Quiero sentir más. Saco mi bolsa con pinturas, pasteles, papeles, retazos, flores de plástico, acuarelas, pinceles goma y silicona. Mientras lo hago saco el trigo de la refrigerador y se me ocurre: "¡Debería ponerlo en tapers de plástico para darle a los mendigos de la calle! ¡Tengo cubiertos de plástico!" ¡Tengo que hornear mis verduras! Mientras tanto otra parte de mÍ me recuerda con un dolorcito ligero en el pecho que tengo un evento del trabajo que sería ideal cubrir:¡Sí llego!. Me siento enorme, gigante, veo a mi alrededor y mi espacio es todo yo y más. ¡Ya sé quién soy! ¡Qué bendecida me siento! ¡Cuánto he caminado para llegar hasta aquí! Saco un papel craft y lo pego en la pared. Saco pintura fucsia, amarilla y blanca. Busco tapers de plástico y desparramo las pinturas dentro mientras Adele suena fuerte de fondo. Tengo hambre.Quiero sentir más. Doy vueltas en mi departamento e imagino que una cámara captura mi movimiento en plano cenital al estilo Sound of Music. "¡Voy a romper los patrones generacionales de las mujeres de mi familia!"
Cojo un plumón y escribo en el papel: ¿Alguna vez has llorado de felicidad?, se siente así: Pinto el papel, veo los colores mezclarse en la base marrón claro y lágrimas caen como chorros de mis ojos. Estoy así unos minutos. Quiero sentir más. Arranco el papel de la pared y la última se vuelve mi nuevo lienzo. Círculos, ojos, fantasmas y aves fucsias. Cada trazo una lágrima más de felicidad. Pasa el tiempo y de Adele paso a música clásica estridente que me tiene lanzando pinturas por todos lados. Y siento más...Me recobro...
Me doy cuenta que estoy ensuciando más de la cuenta. Que ya es tarde para armar los tapers de trigo para los indigentes, hornear las verduras, bañarme y asistir al evento que había empezado hace cinco minutos. Me tiro al piso a mirar mi obra, a ver los colores. A verme. Formas fucsias, amarillas y blancas que en un mal día podrían ser negras, azules y grises. Con la misma intensidad. Con las mismas ganas de sentir más. Hora de limpiar. Gotas de pintura por el piso, los sillones, y los adornos. Hago lo que puedo y decido que no iré al evento y que la semana que viene lo compensaría trabajando el doble. Me deprime la idea. Mis manos están llenas de pintura. Saco detergente Bolivar y me echo una buena porción en las manos. Trato de sacar la pintura de colores de mis dedos y anillos y empiezo a llorar triste, pero brevemente. Tengo hambre. Lo del trigo lo pateo a mañana pero sí decido cocinar las verduras. Ordeno mi sala mientras corto mi almuerzo de mañana antes de meterlo al horno. Me pido un chifa que llega al-toque y me lo empujo con harto ají antes de que las verduras estén listas. Trato de ver una, dos, tres películas que corto a los cinco minutos de iniciadas.Tengo un hueco en el pecho. Me siento a escribir. Estoy cansada. Quiero dormir. Quiero sentir. Ya no quiero sentir. Hay pintura en mi pared.


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